Hijo te Amamos

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domingo, 13 de diciembre de 2015

Hace Tres Años

Parece que fue ayer cuando nos los entregaron en una ceremonia muy sencilla, con poca gente y unas emotivas palabras de parte de la Primera Dama del Estado sobre lo que son los hijos.

Entre lo que más recuerdo es que mirándonos nos preguntó cuántos hijos teníamos y le dijimos que sólo ellos dos, su mirada se enterneció y señaló: "Con los hijos hay días muy buenos, malos y muy malos", luego nos abrazó muy fuerte y a mi se me salieron las lágrimas de emoción mientras nuestros angelitos estaban junto a mi rodeándome con sus bracitos.

Un día por demás especial, porque no sólo los recibíamos a ellos, sino que siendo 12 de diciembre, para los mexicanos católicos, y los que no lo son, es un día muy significativo: El día de la Virgen de Guadalupe.

¿Mejor señal que esa para convertirme en madre?, ¿Mejor regalo de Dios y la Virgen, a quienes tanto les pedía y supliqué un hijo y me premiaron con dos?, no creo en las casualidades y por supuesto que esa no lo fue.

Ayer cumplimos tres años juntos, siendo la familia que siempre soñé y quise ser. Mis hijos estuvieron colmados de amor y en más de una ocasión durante el día me dijeron que son muy felices y que papá y mamá son los mejores.

Al verlos me doy cuenta que nosotros no los adoptamos, ellos lo hicieron con nosotros, porque definitivamente no pudieron ser otros más que ellos. Los amo tanto que nomás de pensar en que algo les llegue a pasar se me salen las lágrimas y me duele no el corazón, sino el alma.

Crecen  con unos campeones, pero todavía conservan la maravillosa inocencia de los niños. Sé que en el caso de J queda poco de esta etapa, por eso lo disfruto al máximo, porque está entrando en la preadolescencia y no falta nada para que comiencen los cambios, las dudas, los por qués.

Ellos saben todo de su historia, cada vez hablan menos del tema y se apegan más a nosotros, antes era más a mi, ahora siento que es por igual.

Aman a papá con todo su ser y están plenos de tener una familia que cada día los ama más.

Más feliz, no puedo ser. 

martes, 24 de noviembre de 2015

Amor de Madre

El amor más grande y más puro que he experimentado en mi vida es el de mis padres, aunque siempre me sentí más identificada con mi mamá y tenía "debilidad" por ella. Sin embargo, ella siempre me dijo que su amor por mi, era mucho mayor que el que yo pudiera sentir hacia su persona.

No lo entendí en su total magnitud hasta que yo fui madre. Y no fue de un golpe, admiro y les creo a las mujeres que tienen a sus hijos por la vía de la adopción y que dicen amarlos intensamente desde el primer segundo que los ven.

Claro que cuando yo conocí a J y a E me emocioné, sentí ganas de llorar y los quise... pero no los amé.

Que no se malinterprete, pero no sentí el amor que ahora siento por ellos y que se ha ido construyendo con el apego, el día a día, el conocernos, adoptarnos mutuamente y, obvio, amarnos.

Hoy siento en mi corazón, mi piel y mi alma ese amor por mis hijos, entiendo perfectamente lo que es preferir que me pase a mi cualquier cosa antes que a ellos, sufrir por verlos llorar, sentir una gran felicidad al escucharlos reír y hacer lo posible y lo imposible por que sean felices.

Ayer les compré la película de "El Hombre Hormiga" y la vieron hasta después de hacer tarea y bañarse, la iban a ver en la computadora, pero no encontré la manera de que se abriera el dispositivo para meter el CD, el aparato es nuevo y todavía no encuentro bien sus funciones.

Me iba a bañar y es en mi cuarto donde está la TV con el reproductor de CD y cuando E supo que no podría ver la película por ese incidente de la computadora, se puso a llorar, de manera casi silenciosa, pero con una gran tristeza.

No lo soporté, los llevé a mi habitación y los dejé ver la película, total yo podría bañarme más tarde.

Sé que el ejemplo es hasta cierto punto simple, pero es la manera en que puedo expresar el dolor de ver llorar a mi hijo y no soportarlo.

Los dos estaban felices, les encantó la cinta, porque tenían muchas ganas de verla y en el cine ya no la alcanzamos a ver.

Ahora viven emocionados esperando la Navidad, sin embargo, antes se acerca una fecha muy importante para nosotros: El 12 de diciembre, el día en que llegaron de manera definitiva a su hogar, que nos convertimos en una familia y serán tres años de estar juntos.

Hay momentos en que siento que es como si hubiéramos estado juntos desde siempre, otros en que es un tiempo muy corto y que me perdí momentos cruciales de su niñez, pero no hay nada que hacer, más que seguir adelante, hacerlos felices, formarlos como hombres de bien y sobre todo, brindarles la mejor calidad de vida que seamos capaces.

Hoy sé que estábamos destinados a ser familia, que mis hijos no podían ser otros más que ellos, que soy feliz gracias a que están conmigo y que yo soy la mujer más bendecida por tener unos niños maravillosos por hijos que estremecen mi corazón y todo mi ser con una sola de sus lágrimas y también me hacen sentir la felicidad más grande y hermosa con una sola de sus risas.

Mis niños, los amo y gracias por estar aquí, por existir... por ser nuestros hijos.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Adiós a la Niña y Cumpleaños

Cuando iniciamos el proceso para adoptar a nuestra hija, todas las ilusiones estaban puestas en eso. Queríamos una familia "grande", tal vez porque los dos venimos de familias así. En mi caso fuimos nueve hermanos y en la de Pedro son siete.

Claro que no aspirábamos a algo así, ni que fuéramos Angelina Jolie y Brad Pitt para tener tanta $$$uerte y nos soltaran a los hijos así de fácil.

En México no existe la posibilidad de adoptar niños de otros países, los extranjeros sí que pueden venir por los mexicanos, pero a la inversa no se puede. Así que las cosas se complican cuando vas al DIF y dices que quieres una familia numerosa.

Hay que aclarar que con el actual gobernador, en nuestro estado, las adopciones fueron muchas y hasta cierto punto rápidas. Sin embargo, la hermanita no pudo llegar no por cosas de burocracia o por falta de ganas de parte de los padres, sino porque nuestros niños están demasiado acoplados entre ellos y no aceptaron bajo ninguna circunstancia a una niña.

A regañadientes querían un hermanito, pero ese no era el caso. Nosotros deseábamos una nena, es algo que añoro y que hasta cierto punto necesito, pero antes que todo está el bienestar emocional de mis hijos.

Hay que aclarar que ellos tienen una hermana dos años más grande que mi hijo mayor, sí, eran tres. Pero quienes deciden si separar hermanos o no desgraciadamente no fuimos nosotros, cuando nos llamaron para decirnos que estábamos asignados nos hablaron de dos niños varones y hasta que fuimos a hablar con los psicólogos, horas antes de conocerlos, supimos que había una hermanita mayor que se iba con otra familia.

Conocimos a los papás y a ella, sin embargo la relación nunca fue muy cercana y no por nosotros, que estábamos dispuestos a que los hermanos convivieran y no perdieran el vínculo, aunque aquí hay que destacar que, según nos dijeron, nuestros niños eran inseparables porque siempre habían estado juntos en el lugar donde los dejaron, porque era el área de niños y su hermana, aunque los veía diario, no estaba tan apegada a ellos.

Sin embargo cuando llegaron a casa, recuerdo que hubo días en que mi hijo pequeño lloraba a mares y muy triste porque se acordaba de su hermana.

Sólo convivieron dos meses más: en el cumpleaños de su hermana y en el bautizo de mis hijos, después de eso, se perdió el contacto, los padres de la nena cambiaron el número de teléfono y nos perdimos la pista.

Lamentablemente es cada vez más esporádico cuando habla o se acuerdan de ella, aunque yo sé que está latente y que para ellos no hay otra hermana más que M.

Hablamos con ellas de todas las maneras y siempre fue un NO rotundo a que viniera una nena del DIF y que fuera su hermana, sencillamente no lo aceptaron.

¿Miedo?, ¿celos?, tal vez ambas cosas, la cuestión es que la recomendación de los psicólogos fue que mejor no hiciéramos algo así porque corríamos el riesgo de desestabilizar a los niños y con el trabajo que nos costó llegar a donde ahora estamos.

Además que por nuestra edad la niña ya debería de tener mínimo ocho años, por lo que el acoplamiento tal vez no se diera entre hermanos.

Así que por la salud mental de todos, y con el dolor de mi corazón, seremos una familia de cuatro y jamás sabré lo que es tener una hija con la que compartir muchas cosas, como yo lo hice con mi madre.

Sin embargo, son feliz con mis dos amores, son niños traviesos a más no poder, a veces un tanto desobedientes, pero también con una gran capacidad de amor y, sobre todo, de formar una familia feliz con nosotros.

Son niños que ríen, juegan, sueñan, se pelean y a los dos minutos vuelven a ser los grandes amigos y mejores hermanos, que han crecido mucho y ahora J casi está de mi estatura, en cualquier momento nos veremos a los ojos sin tener que agacharme o él levantar la cabeza.

Ya ayudan en la casa, J hasta a reparar cosas, claro, cosas sencillas, pero ya lo hace. Son muy cariñosos, amantes de la música y la televisión, aunque esa la tienen un tanto restringida. Les gusta leer cuentos, la escuela no tanto, pero como saben que no tienen opción, hacen su mejor esfuerzo aunque sus notas nos sean las de sobresaliente.

Y yo he descubierto que soy feliz, muy feliz desde que soy madre. Me he enfrentado a muchas cosas, consejos no pedidos, críticas injustas, reclamos sin sentido por mi manera de educar, en fin, muchas anécdotas buenas, malas y otras claroscuras, pero de todas me llevo un aprendizaje.

Hoy mi amado J cumple 10 años y aunque su fiesta fue sencilla, ha sido el niño más feliz, porque así lo ha expresado. Mientras que E ya tiene 8 y también es un niño que cada día se identifica más conmigo, sensible, pero con carácter.

No los he parido, pero los amo con todo mi ser, aunque una profesora haya tenido la osadía de decirme que yo jamás iba a saber lo que era ser madre porque no los tuve en mi panza, nunca los sentí moverse y mucho menos el dolor de parirlos.

Cuando me lo dijo no supe si llorar, insultarla o reír. No pasé por todo eso, pero tuve cuatro años de "embarazo" en done las emociones estaban a flor de piel, en donde la montaña rusa fueron los achaques más duros que tendré en mi vida y no tuve el dolor físico de parirlos, pero sí el emocional cuando supe su historia, lo que sufrieron durante los años que estuvieron solos, siendo unos niños, casi bebés, indefensos y expuestos a todos los peligros imaginables.

No tuve el dolor de parto físico, pero sí el emocional cuando veía en su carita cierto rechazo los primeros meses al decirme "mamá", así que a mi no me vengan con cuentos, a estos hijos yo los gesté en mi corazón en un "embarazo" muy largo, los parí con dolor por casi un año a partir de su llegada hasta que me adoptaron como madre y hoy, me siento tan mamá como cualquiera y capaz de defender a sus cachorros como leona.

Los dos. J y E me han hecho vivir lo más dulce de la maternidad, pero también lo más amargo cuando no sé cómo ayudarlos cuando salen a la luz cosas de sus respectivas "mochilas" emocionales, he estado ahí en sus enfermedades, en sus accidentes, sus miedos, pero también en sus juegos, sus risas y dándoles mucho, pero mucho amor, claro sin car en la malcrianza.

Mis hijos son lo mejor de mi vida y doy gracias a Dios, a la vida y a todo lo que sea que haya hecho posible que al menos tres meses mi vida fuera un complemento perfecto porque tuve a mis hijos y a mis padres.

Sin J y E, no creo haber podido aguantar el dolor de la partida de mi papá y mi mamá, a quienes sigo recordando todos los días, pero también me levanto y sigo adelante por esos dos ángeles que tengo y de los que soy responsable.

No hay nada mejor que recibir sus abrazos, sus besos y sus gracias cuando les cocino algo que les gusta, les lavo la ropa y se las dejo oliendo con el aroma que prefieren o cuando hago posible que tengan el juguete que tanto desean.

Así que no tendré una hija, pero sí dos hijos hermosos que son la razón de mi existir.      

viernes, 26 de junio de 2015

Wall-e y Junior

Pues si, todos los niños quieren tener mascotas y mis hijos no son la excepción. Desde que nos encontramos supimos de su gran amor por los animales, desde el bichito más pequeño hasta las hipopótamos. Si por ellos fuera, tendrían un zoológico en casa.

Desde el principio pidieron un perro, pero por la enfermedad de mis papás, ambos tenían enfisema pulmonar, no se pudo. Se conformaban con los pajaritos que llegaban al jardín y un día me dio entre ternura y un poco de asco cuando en un vaso juntaron varias lombrices, luego de que llovió, y las tenían como "mascotas".

Pasaron los meses y un día, papá decidió hacerles un regalo. Después de mucho pensar qué mascota podrían tener sin que causara mayor problema en la salud de mis padres decidió que fueran unas minitortugas.

Fueron los más felices, les compraron su acuario con palmera incluida y el primo, que es veterinario (o doctor de animales, como le dicen mis hijos), les dio las instrucciones necesarias para que Wall-e y Gwen, así las llamaron, estuvieran bien.

Agua purificada, calcio, mantener limpio el acuario, dejarlas al sol a ratos, darles la comida necesaria y de vez en cuando llevarlas a que les pusieran gotas para las infecciones de los ojos.

Por un tiempo todo marchó de maravilla, hasta que un día Gwen ya no fue la misma, no se movía y de pronto descubrimos que había muerto.

Mi hijo E, lloró como nunca, no quería que la enteráramos y se me partía el corazón para consolarlo. Le tuve que prometer que le haríamos una sepultura en el huerto, con flores y casi hasta con cruz para que no la olvidara.

Como todo niño, el duelo pasó en unas semanas y después ni se acordaba. Por meses no quiso saber NADA de mascotas, tal vez era el dolor que sentía por la partida de Gwen, hasta que un día me pidió que si le compraba un pez.

Le dije que si, pero no le di mucha importancia, ya que lo veía que no tenía mayor interés en los animales, pensé que ya le había pasado esa etapa.

De pronto, no supimos ni como, a nuestro jardín llegaron unas lagartijas que se dejaban ver de vez en cuando en los árboles y tomaban el sol por horas cundo mis niños les daban permiso, porque estaban tan entusiasmados que intentaban atraparlas porque las querían de mascotas.

Un día llegó a tanto, que sin querer mataron a una, y otra vez la lloradera de mi pequeño E., que no soportaba haber sido él quien pisara a la lagartija y haberla matado.

Fue entonces que le prometí su pez. Pasaron unos días y un día fuimos al mercado, él mismo lo escogió: Uno de colores vivos, luego me di cuenta que eran los del "Hombre Araña" uno de sus súper héroes favoritos.

Un pequeño pez azul y rojo, no sé de especies, sólo lo veo pequeño y muy activo. Una pequeña pecera completó el cuadro, además de la comida y las recomendaciones necesarias para sus cuidados.

Decidió llamarlo Junior, y lo ama como si fuera su padre. Le habla con cariño, le hace mimos y pasa horas mirándolo nadar.

Está al pendiente de que tenga comida, agua limpia "y sea muy feliz".

El domingo pasado, que fue Día del Padre en México estaba radiante, porque ya tiene "un hijo" y no le importó que no le regalara nada, "porque es un pez", se conformó con que su "hijo" sea feliz.

Hoy fuimos a hacer la compra y mi hijo casi se cae de espaldas cuando se encuentra con unas peceras idénticas a la de Junior, sólo que éstas estaban debidamente adornadas con piedras, plantas y caracolas.

Fue tal su carita de emoción cuando me pidió le comprara la planta y las piedras, porque él ya tenía una caracola que le regaló su hermano "para tener hermosa la pecera de Junior", que no pude negarle nada.

En cuanto llegamos a casa, se puso a ayudarme a guardar todas las cosas y luego llevó la pecera a lavar, no sin antes cuidar a Junior de que no escape y lo pasa a un recipiente con agua limpia.

Le lavé la pecera, las piedras, la caracola y la planta, las acomodé, le puse agua limpia y luego a Junior.

En cuanto el pez cayó a la pecera nadó rápidamente moviendo la cola como si estuviera feliz y mi hijo gritaba y saltaba de alegría.

Le dijo palabras cariñosas como "chiquito hermoso, ¿estás feliz?, te compré todo esto para que tengas una casita muy bonita", me dio risa y una gran satisfacción, porque lo de "chiquito hermoso" se los digo yo a él y a su hermano.

Hoy Wall-e y Junior son los consentidos de la casa, mis niños los cuidan con mucho amor y son felices de tenerlos como mascotas, cada uno se hace responsable del que le corresponde y se ayudan entre sí... la cosa e que ahora a J., le ha entrado el gusto por tener también él un pez.

Al paso que voy, mi casa se convertirá en un acuario, jajajaja, pero no importa, mientras mis dos príncipes sean felices, todo vale la pena.

Por otro lado, el tema de la hermanita no va nada bien, pero eso ya s tema para otro post.

lunes, 30 de marzo de 2015

Vamos por el tercero...

Tanto tiempo sin escribir, pero el fallecimiento de mi madre me dejó mal, muy mal. Fueron 12 meses de altibajos emocionales, pero ahora he vuelto a retomar el rumbo y a sentirme más tranquila. El día que se cumplió un año de su partida sentí que si ella está en un lugar mejor, no tengo por qué sentirme  tan triste. El consuelo llegó y una vez más comprobé que los caminos de Dios a veces no los comprendemos en su momento, pero luego llegan las respuestas.
Hace unas semanas recibí una llamada de la trabajadora social del DIF para invitarme a una plática de "concientización", sin embargo no pude asistir en su momento por cuestiones de salud; hoy fui hasta sus oficinas y me dieron una noticia maravillosa: Se abre la puerta para una segunda adopción y en donde el tiempo de espera puede ser mucho, pero mucho más corto y con menos trámites burocráticos por el antecedente de ya tener a mis hijos.
Más feliz no puedo estar. Mis niños, aunque al principio se mostraron recelosos de tener una hermana, porque ahora queremos una niña, pero luego aceptaron gustosos la posibilidad "si no es una bebé", me dijeron.
Es así que ya estamos encaminados, ahora todo es cuestión de reunir algunos documentos, sacar cita para entregarlos y entrar en "la dulce espera" de la llamada.
La verdad es que ya me siento "embarazada" y aunque tal vez haya quien crea que tres hijos son demasiados, me siente feliz y bendecida porque desde siempre mi ideal era tener ese número de vástagos.
De hecho en un post anterior ya había hablado sobre este tema. Ya son casi dos años y medio de que tengo a mis niños, ahora me siento preparada para ir por la mujercita.
Cuando iniciamos este camino estaba segura que sería sólo un hijo; cuando llegaron dos estaba eufórica por tenerlos y ahora que se abre esta nueva oportunidad mi felicidad es completa.
Estoy sumamente agradecida con el DIF por abrirse de esta manera para que lleguen nuestros hijos al hogar que merecen.
Ahora, en este segundo proceso las cosas son muy diferentes. Ya no hay angustia, al menos no con la sensación de que no llegarán a mis brazos esos hijos que mi corazón y todo mi ser esperan.
Claro que hay nervios, incertidumbre, pero las cosas son mucho más relajadas, porque ya están mis hijos que me han convertido en la madre más feliz.
Son unos niños maravillosos a los que amo con todo mi ser, a los que cada día veo crecer y convertirse en hombrecitos felices, con los berrinches y problemas propios de su edad, pero hasta eso disfruto y agradezco que estén en nuestras vidas, que nos hayamos encontrado porque así estaba destinado a pasar y porque no podían ser otros más que ellos para formar nuestra familia.
Sentimos, sobre todo yo, que falta la niña para estar completos. Provengo de una familia numerosa, somos 9 hermanos y en la parte del papá, son siete; así que sabemos lo que es tener esa relación de apoyo y amor con cuantas más personas mejor.
Papá en  este momento no está con nosotros físicamente, pero también está convencido de que una familia de cinco es lo ideal y a decir verdad nos hace falta la niña.
Es curioso, porque antes tenía la seguridad de que prefería a los varones, porque siempre me he llevado mejor con los hombres. Sin embargo, luego de que llegaron mis dos amores, descubrí que me hacía falta una niña, no puedo explicar el por qué, sólo que en mi corazón hay lugar para ella.
Hasta hace muy poco estaba resignada a que no llegaría a nuestras vidas, pero ahora que ya es un hecho que puede ser, la emoción me embarga, la esperanza florece y mi corazón late de prisa de solo pensar en ella.
Mi niña, donde quiera que estés, papá, mamá y tus hermanos te amamos y esperamos con ansias.

viernes, 25 de abril de 2014

Hace un mes

Hace justamente un mes pasó lo que más temía en la vida. Pasé mucho tiempo imaginando ese momento y no podía soportarlo, lloraba con solo imaginarlo.
Hoy, que por fin me siento con la capacidad para hacerlo y contarlo espero no raaderramar algunas lágrimas, sobre todo porque estoy en mi trabajo y no deseo dar un espectáculo.
Hace un mes mi madre dejó este mundo. Es un dolor que no puedo describir, no sé como explicarlo, sólo se que me duele como nunca, de una manera que me traspasa el corazón y el vacío en mi corazón por la muerte de mi papá se hizo más grande.
Estuve con ella hasta el último momento, desde que la hospitalizaron hasta el momento de su partida. Verla partir fue un momento doloroso, pero también de paz, por contradictorio que parezca porque no deseaba verla sufrir.
Fue una mujer valiente, mi consejera, amiga, confidente.. MI MAMÁ.
La amé profundamente y la tengo, porque sigo sintiendo lo mismo por ella, pero aún más, mucha admiración por ser una mujer valiente, una guerrera que salió adelante siempre y que fue mi mejor ejemplo, mi inspiración para salir adelante.
Fue ella quien me apoyó e impulsó en todos mis sueños y proyectos, quien me consolaba y escuchaba siempre.
Guardó silencio ante cosas que le contaba, como la mejor amiga, siempre estuvo cuando la necesité.
Desde que nací hubo una conexión importante, fue un embarazo difícil y siempre estuvimos muy unidas.
Hablar de ella es adentrarme en miles de recuerdos y anécdotas. Hubo miles de abrazos, de "te quieros" y "te amo".
Padeció enfermedades crónico degenerativas durante años, nunca se quejó, tenía una fe muy grande en Dios y murió tranquila, como si Dios estuviera a su lado.
Fue el 25 de marzo a las 12 del día y según la explicación de los sacerdotes fue en la vértice de la salvación, el día en que Jesús se encarnó en la Virgen Marìa, que para los católicos es algo por demás significativo.
Y a las 12 del día, "la hora del ángel del Señor", se fue tranquila, sin un solo espaviento o quejido, nada, sólo se quedó dormida.
Mi mamá hasta en eso me dio una lección: Hay que tener fe, creer en Dios y estar preparados siempre porque nunca se sabe el momento y la hora, decía.
He llorado su ausencia, pero sé que está al lado de mi papá, de quien no pudo sobreponerse a su ausencia.
Hasta muy pocos días antes dijo que "fue el amor de mi vida", estuvieron 67 años juntos. Toda una vida y después de la partida de su compañero perdió la sonrisa, la alegría y las ganas de vivir.
Hoy mis dos amores, están juntos, los extraño mucho, me duele su ausencia y en ocasiones lloro su partida.
Pero los dos siguen siendo mi fuente de inspiración, sus consejos, su ejemplo, su sabiduría me acompañarán siempre.
Hoy quiero agradecerle a esa mujer haber sido MI MADRE y más el haber escogido para mis hermanos y para mi a ese maravilloso ser humanos que fue MI PADRE.
No tengo cualidades de poeta, pero todo esto sale del corazón. Los dos contaron conmigo siempre y saben que vivirán en mi por el resto de mis días.
LOS AMO y mi mejor homenaje es seguir sus enseñanzas y consejos, seguir unida a la familia y hacer de mi matrimonio y de mis hijos como ustedes hicieron con el suyo.
 

viernes, 21 de febrero de 2014

La magia de ser niño

No  cabe duda que la mejor etapa del ser humano es la infancia.
Veo a mis hijos y me encanta que sean niños con tanta imaginación, llenos de fantasía e inocencia.
A veces no puedo mas que sonreir al escuchar sus relatos de aventuras fantásticas que viven en sus juegos y que los lleva a lugares emocionantes, con personajes con superpoderes que pasan de personas a seres mitológicos como dragones, o lamentar no conocer a los dinosaurios "porque un meteorito los aniquiló a pesar de ser muuuuuuy grandes".
Mis niños son tan mágicos que pasan de ser super héroes a andar en bicicleta o jugar futbol como cualquier mortal.
También ríen a carcajadas con los programas de "El Chavo del 8", los mismos que yo veía cuando era pequeña y que no pierden vigencia y tampoco el encanto a pesar de que los transmiten una y otra vez.
Mis pequeños son más de lo que imaginé, me han traído luz y felicidad a mi vida, completaron la familia, ponen alegría con sus gritos, juegos, risas y hasta llantos a mi hogar.
Claro que no todo es miel sobre hojuelas, también hay berrinches y rebeldías, travesuras que me han llevado hasta la dirección de su escuela para arreglar desacatos hacia sus profesores, vamos lo típico de todos los niños.
Hay días en que me pregunto si se puede ser más feliz, y ellos me dan la respuesta al sorprenderme con sus abrazos, besos y sus "eres la mamá más bonita".
Cuando los veo sufrir por cosas que no entiendo, porque no las sé ya que forman parte de su pasada, de esa famosa "mochila" a la que los padres adoptivos no podemos asomar, me desespero y sufro por no saber que pasa y en consecuencia no poder ayudarlos, al menos como yo quisiera.
Soy feliz con ellos pero también sufro por el tiempo que no podremos recuperar, ese en el que estuvieron solos, desamparados, sin los brazos y cuidados de mamá.
Sin embargo mis hijos son unos campeones, porque siempre vuelven a reir, a jugar, a soñar... ¡Cómo me gustaría que se alargara su infancia!, pero sé que eso no es posible, por eso trato prodigarles los mejores momentos cargados de amor para que sus recuerdos pasen de ser dolorosos a felices, aunque sé que no podré borrarlos del todo, cuando menos sí mitigar su dolor, que ya es también mío, porque mis dos ángeles no sólo están en mi corazón, sino en cada célula de mi ser... ¡Los amo mis niños!