
Hoy amaneció nublado y está lloviendo, llueve afuera y dentro de mi también. Hoy pasó lo que veía venir: Me inundó la tristeza y ya no pude contener el llanto. Me siento triste y no hay motivo, aparente, para ello.
Lloro de tristeza por lo que nos pasó con la psicóloga, me hice la fuerte, pero conforme pasaron los días me fue ganando la pesadumbre, la desolación y pensamientos negativos como el que no se logre nuestro sueño. Las primeras semanas mi esposo fue mi apoyo incondicional, siempre ahí para levantarme. Hay momentos que estoy segura que todo va a ser como dice mi esposo: el camino es difícil, pero llegaremos.
Me convenzo mentalmente que tarde o temprano tendremos éxito, pero desde hace algunos días me empezó a pesar el estar sola y los pensamientos negativos volvieron: la tristeza, la desesperanza.
Anoche tampoco pude dormir, sólo pensaba que si desde que empezamos todo hubiera fluido como debiera, ahorita ya fuéramos avanzados en el proceso, pero no tenemos nada.
Veo tan lejano el día de poder tener en mis brazos a nuestro hijo que ya no pude y el llanto fluye igua que la lluvia cae del cielo en estos momentos.
Hay mucha bruma ahorita en la ciudad, es una lluvia tranquila, pero constante, como mi llanto.
No hay nadie que me de un abrazo, una palabra de consuelo... me siento tan sola. Se que pasará, pero en este momento no puedo parar de llorar. Afuera llueve son cesar, desde la oficina no puedo ver ni a un metro de distancia. Se que pronto volverá a salir el sol, pero las lágrimas son como un bálsamo que me ayuda a pasar este momento amargo. Lo que me sostiene en estos momentos es mi fe en Dios, y sé que hay una luz encendida que es la que me sigue guiando en este camino que por momentos se torna tan oscuro