Hijo te Amamos

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jueves, 2 de septiembre de 2010

Mil Preguntas y Tres Dibujos


Mi intención era actualizar antes, pero el trabajo me ha tenido ocupada la mayor parte del tiempo, y a partir de hoy, estaré a full porque empieza la Feria de Zacatecas, y aunque no estoy en esa hermosa ciudad (la verdad es que lo agradezco porque no quiero separarme en estos momentos de mi familia, sobre todo de mi hermana)se incrementa el trabajo porque desde donde vivo tengo que monitorear los eventos más importantes de esta feria, así que durante 17 días viviré en una vorágine tras la pantalla de la computadora para estar al tanto de lo que sucede por allá.
Pero bueno, el tema es otro. Les cuento que el día de la evaluación psicológica fui ¡sin dormir!, primero porque trabajé hasta tarde y segundo porque las horas que tuve para descansar no pude hacerlo. Y no por nervios, sino por la emoción de saber que se iba a dar un paso muy imporante en nuestro proceso y esperaba con todas mis fuerzas que esta vez la psicóloga fuera la adecuada y no como la anterior que sólo nos hizo perder tiempo y retrasar el encuentro con nuestro hijo... en fin, las cosas pasan por algo.
La cita era las 8 de la mañana, así que Pedro y yo nos levantamos, nos pusimos lo más presentables que pudimos (por aquello de las primeras impresiones) y nos fuimos al DIF.
Llegamos exactamente a las 8 de la mañana y nos presentamos ante la secretaria del departamento de Psicología, quien nos dijo que la profesional que nos iba a evaluar todavía no llegaba, nos invitó a tomar asiento. Y ahi vamos Pedro y yo a espear, cosa que no me gustó, porque la puntualidad habla mucho de las personas.
Pasaro cinco, 10, 15 minutos y nada. No sé si la secretaria estaba apenada o le urgían los lugares que ocupábamos (llegaron más personas que tenían cita con otros psicólogos)porque la sala de espera ya estaba llena, pero llamaba cada tres minutos a la oficina de la psicóloga a la que fuimos asignados... y nada.
Por fin, a las 8:30 llegó, eso sí con una gran sonrisa y ofreciéndonos disculpas. Primera impresion: muy buena.
Nos explicó que la evaluación se podía hacer en una sola sesión o en dos, preferimos en una: Tanto esperar para que se reabriera nuestro expediente era la razón para no postergar ni un día.
Nos dijo que serían varias horas, por separado y que iba a ser una entrevista con ella y contestar "algunas" preguntas de un test en la computadora.
A mi, por estar en la silla más cercana, me dijo que me tocaba contestar el test primero y a Pedro lo llevaría a otro lado para hacer la entrevista.
Y comenzamos... Me llevaron ante una computadora, abrieron el programa, me pusieron el test (que en realidad eran dos) y que lo contestara. Empecé sin detenerme a ver cuántas preguntas eran, las respuestas eran de tres opciones y se debía elegir una.
Comencé y al tercr "clic" me doy cuenta que el test era de ¡440 preguntas!
Dios, pensé, esto se pone interesante. Y ahi voy, leyendo y contestando. Después de poco más de una hora terminé y, por si las dudas, me regresé para revisar que no se me hubiera pasado alguna: Error, en eso estaba cuando entró otra psicóloga y casi me regaña por estar haciendo eso. Prácticamente me quitó del lugar, me dijo que lo tenía que imprimir para entregarlo a su compañera que nos estaba atendiendo. Como si fuera niña regañada me mandó a sentar a una esquina en lo que ella imprimía. Agarró las hojas de la impresora y la puso en la computadora, impresión que por cierto salió no muy legible en algunas partes porque el toner se les estaba terminando.
Y ahí me quedé sentada, sale esta mujer malhumorada (era demasiado temprano para andar de malas, pero en fin), y yo, curiosa que soy, me acerqué a ver cuando menos parte de mis resultados: Lo que alcancé a ver es que había un gráfico donde decía: Muy inteligente, sensible... y pum, vuelan las hojas de mi vista. Mi "guardiana" había vuelto y yo no me di cuenta cuando entró... jajaja.
Ante la mala vibra que irradiaba, porque quitó las hojas de mi vista y las puso en un librero alto para que no tuviera la mínima oportunidad de ver, decidí salir al jardín que estaba enfrente.
Había llovido en la noche y el olor a tierra mojada me encanta, me da mucha paz. Así que llené mis pulmones de ese aroma, aprecié los arbustos, las flores y hasta me atreví a acariciar algunas con total delicadeza para no maltratar sus pétalos.
En eso escucho que me llaman, volteo y era la psicóloga que me evaluaba. Voy, y me dice: "hay que contestar otras preguntas".
Muy bien, vamos de nuevo a la computadora, abre otro programa y aparecen ¡560 preguntas más!, no pude evitar reir.
Y ahí vamos de nuevo: estas eran sólo de "falso y verdadero", así que más fácil, pensé... pues no. Porque muchas preguntas eran iguales, sólo formuladas de diferente manera, si agregamos que iba sin dormir el cansancio y el tedio empezaron a apoderarse de mi. Necesitaba un café urgente... No había, ni de máquina, así que ni modo, como se dice por acá: me tuve que aventar la prueba "a la mexicana" (poniendo todo mi esfuerzo para concentrarme en la pregunta y poder contestar correctamente según mi criterio).
Casi dos horas después terminé. Entonces ya no imprimieron los resultados, los guardaron en una memoria, no sé si porque ya no tenían toner o de plano para que no fuera otra vez a ver algo.
Inmediatamente me sacaron de ahí y a la oficina de la psicóloga... ahora a la entrevista. Ahi me encontré con Pedro que estaba dibujando algo. Apenas si nos saludamos, porque no nos permitieron hablar nada, a él lo llevaron a donde la computadora para que contestara las mil preguntas.
Y entonces empezó la entrevista para mi: Me preguntó, entre otras cosas, qué era familia para mi, mi historia desde que nací, mi historia con Pedro, por qué quería adoptar, si quería niño o niña, si tenía problemas de fertilidad o esterilidad... en fin ¡mi vida entera!.. Luego me dijo que tenía que hacer tres dibujos: Una casa, un árbol y una persona... "soy pésima para dibujar", dije, "no importa, como puedas", fue la respuesta, mientras ponían en la mesa tres hojas, un lápiz y un borrador.
Para entonces el sueño, el hambre (no habiamos desayunado por llegar temprano y ya era mediodía), pero sobre todo el pensar si mis respuestas habían sido las correctas mi mente no daba para mucho. Así que acordándome de mis dibujos de primaria puse manos a la obra. Empecé por la casa, le puse ventanas con macetas y flores, un cerco, un árbol con manzanas, chimenea humeante por aquello del calor de hogar, un sol radiante, una nube, también flores y hasta un lago con patos... jajaja.
Siguiente dibujo: Un arbol. Pensé un pino... no, demasiado largo y esos sólo me gustan en Navidad, así que preferí uno muy frondoso, con raíces fuertes, pasto y flores a los lados del tronco (porque mi árbol era muy fuerte y grande), como me gustan a mi los árboles, que protejan del sol y hasta de la lluvia.
Llegó lo más difícil: Dibujar una persona, pensé en una niña con coletas, pero no me salió, más bien era una adolescente con el cabello ondulado y suelto, una gran sonrisa y un hermoso vestido (bueno eso quise plasmar, porque como dije, no soy hábil para dibujar).
Pensé que ya había acabado, cerré los ojos para relajarme un poco... y me vuelven a la realidad: "Ahora sólo hay que contestar este cuestionario"... jajaja, sí ¡más preguntas!, esta vez estaba impreso y eran 30 preguntas demasiado fuertes: "¿cree que un niño debe consolar a los padres?", "¿Si los padres están tristes el niño debe de hacer lo que esté a su alcance para alegrarlos?" y así por el estilo... ¿Qué era eso?.. no lo sé, pero las respuestas eran de opción múltiple y marqué la que era adecuada para mi.
Al terminar, me senté frente a la psicóloga y sin más le suelto: "Por lo que ya vio escuchó, ¿tenemos posibilidades?", me miró, sonrió y me dice "no sé, hay que analizar todo y ver los resultados, pero prepárate para todo..." no sé si vio decepción en mi rostro, pero dijo: "Mira, por lo que vi, sí son aptos, pero no te hagas demasiadas ilusiones".
En eso llega Pedro, nos desea mucha suerte y nos dice que tengamos confianza en la institución, que se va a dar el seguimiento adecuado y en dos meses aproximadamente nos dirán si somos aptos, si hay un niño con situción jurídica resuelta nos lo entregan y si no... a lista de espera. Que tengamos fe.
Nos despedimos, esta vez fue un trato amable, amigable y me sentí contenta. Al llegar al coche me dice Pedro: "¿Mil preguntas y tres dibujos para saber si podemos ser padres?"... "si", le respondo, "¿pero vale la pena no?", con una sonrisa contesta "Sí, ¡pero tú quieres tener tres hijos!"... jajaja. Dos días después terminamos el curso-taller de escuela para padres, pero eso se los cuento en el siguiente post, que este ya fue demasiado largo.

2 comentarios:

Mary Carmen y Fernando dijo...

Ayyy que emoción he sentido leyendo tu relato, me he visto otra vez en la habitación donde nos hicieron a nosotros los test, y lo que sentimos, es exactamente igual que lo que tú nos has relatado.
Me acuerdo que pensaba, creera esta gente que con esas preguntas a veces idiotas pueden saber si somos buenos o malos padres, y no es mejor que vean a mis dos soles que ya tengo criaditos.
Jajajaa pues luego les toco el turno a mis hijos porque a ellos tambien les hicieron un monton de preguntas y de test.
En fin si ellos con eso se quedan satisfechos......pues seremos padres de mil preguntas y tres dibujos.
Sigue contando ok!!!
Un beso muy muy fuerte.
Mary-Carmen.

velve dijo...

Mary Carmen:

Si, que es un logro aguantar horas se preguntas y más preguntas, pero como dices amiga, bien vale la pena cuando es lo que nos llevará a nuestros hijos. Besos y abrazos para ti y toda tu familia.