Cuando veo a mis hijos, los escucho jugar, correr, gritar, reir a carcajadas y emocionarse por cualquier cosa, siento mi corazón latir de emoción. Esa sensación de felicidad, de plenitud... de amor. Y es que mis dos soles me tienen cada día más enamorada.
El proceso de adaptación ha sido más sencillo de loque esperaba. No digo que todo sea miel sobre hojuelas, también hemos tenido nuestros días malos, en los que hay berrinches, llantos, celos y más llantos.
Sin embargo,siempre dialogo con ellos, los tres hemos aprendido a expresar lo que sentimos en los momentos difíciles y saben, porque se los he dicho y porque le sienten, así me lo han hecho saber, que mamá los ama a pesar de todo, que estará ahí cuando la necesiten y que ellos son mis hijos que tanto esperé.
Hace unas horas vino mi hermana, quien vive en Zacatecas, los invitó a ir a su casa y pasar allá con su familia una semana. Mis niños se emocionaron mucho y aunque sentimos un poquito de tristeza por separnos tantos días (para mí sí son muchos), les dejamos ir.
Hace un rato les llamé por teléfono y estaban encantados porque ya jugaron con los primos, con la mascota de mis sobrinos, comieron pizza, bueno los atendieron como invitados especiales.
Por si fuera poco los llevarán al zoológico y ellos más encantados todavía. Será una semana en donde no los veré, ni abrazaré, ni estaré para dormirlos... sólo hablaré con ellos por teléfono.
Pero así son las cosas, ellos saben que su familia extendida es numerosa y hay que dejar que vayan conviviendo con todos, darles seguridad, aunque sí tempo un poquito que vaya a haber algún problema de que tengan miedo, de que no se adapen... de cualquier manera están a poco más de una hora en coche de distancia, así que no habrá mucho problema si algo llegara a suceder y tuviéramos que ir por ellos.
Mis hijos son lo más hermoso y tierno que me ha pasado en la vida, niños hermosos y bien portados, niños que sólo quieren abrazarnos y sentirse queridos, amados.
Hace unos días los estaba durmiendo, y mientras les llega el sueño platicamos un ratito y me preguntaron que por qué no me maquillaba, les dije que cuando estaba en casa prefería andar al natural, más aún cuando ya me iba a dormir.
De pronto me dice mi hijo mayor: "Mañana te pintas la boca y nos das un beso para que se nos "marque" y así te conviertas en nuestra mamá de sangre?".
Mamá: Sí
Responde mi hijo pequeño: "Noooooo, yo no quiero".
Mamá: "¿Por qué mi amor?".
Mi hijo pequeño: "Porque yo a ti sí te quiero mucho".
Sentí ganas de llorar. De emoción porque sé que me queire, pero también porque a su pequeña edad sabe que su mamá de sangre no le dio ese amor que necesita.
Los abracé a ambos y les dije que yo soy su mamá de corazón, de sangre, del alma, de todo lo que ellos quieran, que siempre voy a estar con ellos cuando me necesiten y que los amo más que a nadie.
Me llenaron de besos, de "te quiero" y se durmieron tranquilos y felices.
Mis niños son y serán el sol de mi vida.
*Foto tomada de la red