Mi Historia

La mayoría de las personas tienen la creencia que cuando alguien decide adoptar es porque tiene problemas de esterilidad que le impiden tener hijos biológicos. Es muy difícil que entiendan que se puede amar igual a un hijo de corazón. Cuando mi esposo y yo decidimos adoptar lo hicimos porque ambos deseamos con el alma formar una familia y nos da igual si nuestros hijos son de nuestra sangre o de nuestro corazón.
Esto lo decidimos desde antes de casarnos, desde el momento en que se formalizó la relación se habló sobre eso, porque adoptar era una inquietud que yo traía desde años atrás.
¿Por qué?, no lo sé, era algo que sentía muy dentro de mi y que me hacía soñar. Tal vez fue porque cuando era muy jovencita, en una revisión ginecológica, el médico nos dijo a mi mamá y a mi que por mis problemas hormonales y de quistes en los ovarios, había posibilidad de que yo no me pudiera embarazar fácilmente llegado el momento.
Yo sentía en mi corazón desde muy niña un anhelo muy grande de tener hijos, ese sentimiento estuvo siempre muy arraigado y conforme pasó el tiempo se fue fortaleciendo; años después una ginecóloga me dijo que soy fértil, que para mis problemas hormonales con un tratamiento había para lograr un embarazo.
Sin embargo desde antes de ese diagnóstico yo me había planteado que si no era madre biológica podría ser madre adoptiva: a mi me daba lo mismo, iba a ser mi hijo, amado y deseado con toda el alma.
Ahora sé que desde entonces lo espero, desde entonces está en mi corazón y ha sido una de las fuerzas que me ha impulsado a salir adelante de muchas adversidades y de luchar por un mejor futuro, sin olvidarme de vivir intensamente el presente.
Cuando conocí a mi esposo supe casi inmediatamente que era el hombre de mi vida. Se formalizó la relación y cuando llegó el momento y se habló de formar una familia le expresé mi deseo de adoptar y me enamoré aún más de él cuando aceptó.
Puede ser que tengamos hijos biológicos, dicen los médicos que con untratamiento de fertilización tal vez se pueda lograr. Pensamos mucho cuál camino tomar y nos decidimos por el de la adopción.
Ambos lo queremos, lo esperamos, lo amamos... y desde hace mucho tiempo.
Si llega un hijo biológico lo amaremos igual que al ángel que estamos buscando y por el que luchamos con todas nuestras fuerzas.
Hay personas que nos han dicho que lo pensemos bien, que no es igual parir un hijo que adotarlo y esto me llena de coraje y tristeza.
Coraje porque para mi, mi hijo es amadísimo, lo espero desde hace mucho tiempo, antes incluso de que su padre llegara a a mi vida; y tristeza por la cerrazón de algunos para entender un amor como este.
Ahora tenemos muy claro que este hijo puede tener hermanos que lleven nuestra sangre, pero él o ella, porque no estamos cerrados a que sea niña, es especial porque no sabemos cuánto tarde en llegar, pero en nuestro corazón y en nuestra casa tiene un lugar que sólo él puede ocupar.